Diatriba contra los amores on-line

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En la época de Tinder, que prefiguró el IRC primero, el messenger y los sms después, meetic y etc… han cambiado las formas en que se entiende el romanticismo y el sexo. Mucho han pontificado psicólogos, sociólogos y más, los cuales, con absoluta seguridad, entienden mucho más que yo. Hablaré bajo mi experiencia (fui usuario de la mayoría y actualmente estoy casado con una mujer que conocí mediante éstas herramientas).

Hay gente a la que le ha funcionado. Han encontrado el amor de su vida y viven en una relación armónica. No es lo usual. Enfrenta muchas más dificultades y autosabotajes que una relación a la vieja usanza (las cuales ya están llenas de trampas).

En primer lugar, el enamoramiento y el deseo son cosas diferentes y, aunque cercanas, tienen sus propios prolegómenos e intrahistoria. Cuando estás en una relación on-line y parece haber reciprocidad, existe como una tensión a estar empujando hacia adelante la relación constantemente. Se pasa de 0 a 100 como en un flechazo solo que nadie ha sido invadido por las feromonas de su partner. De hecho, la primera vez que se ven ya es «la cita».

En segundo lugar, no has visto en ningún modo a tu partner interactuando en la vida cotidiana. Ni frente a otras personas. Esto te resta información valiosa que debe ser procesada de manera velocísima cuando YA estás en la relación. Lo que transcurre en un tiempo prudencial en una relación a la antigua, en una relación on-line se atropella de modo vertiginoso.

En tercer lugar, las confesiones y las anécdotas de la propia vida se efectúan en un contexto que tiene el inconveniente de que no se puede prestar toda la atención. Se está frente a la pantalla no frente a la persona. Una epístola atomizada, un baile de máscaras peligroso por cuanto el feedback está interrumpido y todo tiende a diluirse en el verdadero día a día.

En cuarto lugar, el flirteo es una galería de fotos y/o mensajes. En realidad, todo muy impersonal. Casi como ir de compras. Rebuscar entre el montón de ropa o leer ingredientes en un constante zapping que cosifica al ser humano a un catálogo propio de las emociones a las ya que se es adicto. El autoengaño propio del que cree estar interesado por criterios sentimentales en lugar de puramente egoístas, vanos o de miedo a la soledad pero elevado a la enésima potencia.

En quinto lugar, especialmente peliagudo es el amor on line entre gente de diferentes culturas. No se entiende el trasfondo de las ideas del partner; la genealogía y testamento de éstas. Comienza como una excitante aventura y fácilmente se toma una posición de ánimo comprensivo con actitudes que cuando la relación ya está en la fase cara a cara y, con difícil o traumática vuelta atrás, se convierten en un calvario. Imposibles de aceptar puesto que se pertenece a un imaginario colectivo distinto, con unas costumbres, ideas preestablecidas y anhelos, en no pocas ocasiones, divergentes e incluso antagónicos. Ya de por sí, incluso en relaciones tradicionales entre extranjeros, se necesitan de dos personas muy especiales para que no acabe mal. Si la rutina mata, la incomprensión aniquila.

Es imposible elegir de quién te enamoras. Ésa es una realidad indiscutible para cualquiera que lo haya experimentado y ocurre no pocas veces a nuestro pesar. También es imposible elegir por quién te sientes atraído físicamente, es un instinto animal que todos tenemos. Ambas son física y química, y pertenecen a nuestro universo simbólico más profundo e íntimo. Y no existe aplicación o programa informático que puedan sustituir a iniciar una relación a la antigua usanza. Todo esto me parece un falso progreso. Una quimera mefistofélica que destruye las bases de algo tan humano como las relaciones amorosas. Una novedosa emboscada.

Como decía al principio, también las relaciones convencionales también tienen sus trampas y peligros. Sin embargo, pienso en ésa expresión italiana «ti voglio bene» que para que se dé, necesita, como una buena historia, de inicio, desarrollo, nudo y desenlace y sobretodo, verse, olerse, probarse, por que se ama verdaderamente lo que se conoce verdaderamente y para eso te tienes que mezclar y tener una historia previa compartida. De ahí nacen relaciones más fructíferas y significativas.

No te dejes engañar. A veces, no hay sustitutivos. A veces, lo mejor ya está inventado. El amor en internet ofrece una falsa sensación de control. Os recomiendo que si queréis conocer gente del otro sexo practiquéis variantes más clásicas: apuntarse a un grupo de teatro, un voluntariado en tu ciudad, yo qué sé…hay muchas posibilidades. Un lugar dónde entre y salga mucha gente, donde haya personas de diferente índole y procedencia, donde podáis construir una historia común y compartida.

Internet es una ventana al mundo, genial para conocer a otros y compartir experiencias o conocimientos, aprender, en suma. No pongas tus esperanzas sentimentales (que pertenecen a una esfera muy íntima) en historias de impersonal génesis. Te alejará de la verdadera esencia del amor y es, generalmente, una fuente de sinsabores o problemas (más de los que suelen provocar iniciar una relación por el método de la vieja escuela).

Dicho queda.

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3 comentarios sobre “Diatriba contra los amores on-line

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