Padres de la política moderna como Sieyès o Montesquieu estaban a favor del sufragio censitario. Eran otros tiempos y tenían sus motivos. Sin embargo, éste tipo de sufragio se ha usado para controlar y dirigir la votación y continuar discriminando y reprimiendo a la población, mantener a las élites a salvo y mantener el status quo.
Yo estoy radicalmente en contra del sufragio censitario pero hay que reconocer que el sufragio universal, en las condiciones que se dan actualmente, de lavado de cerebro diario en los medios y Educación Estatal adoctrinadora y claramente insuficiente (y cada vez de menos nivel) ha fracasado y se ha convertido en un instrumento de control de masas dado que contínuamente se está apelando desde todas las instancias para añadir más emotividad a un voto, el cual, como ya expliqué, está ya regido de por sí de un carácter emocional y no racional como arteramente han hecho creer a todos a través de la incesante propaganda que ha quedado instalada como un saber popular falso.
Propongo el SUFRAGIO CENSITARIO UNIVERSAL.
¿En qué consiste?
-Una prueba de acceso al derecho al voto como si fueran unas oposiciones. Con su curso preparatorio exigente de diferentes ramas del saber y que equivalga a una diplomatura universitaria.
–No hay restricción alguna para acceder al curso y consecuente examen, los cuales deberían ser gratuitos y subvencionados por el Estado, salvo el de poseer la nacionalidad. Esto garantizaría unos votantes conscientes y preparados para decidir en los asuntos del país y nos evitaría la demagogia constante de los políticos. Serían unos votantes muy difíciles de manipular. Incluso los referendums podrían ser habituales.
-Los cargos elegibles también deben pasar la prueba. Sería adquirir derechos y deberes nuevos. Todos serían ciudadanos pero formar parte del censo sería una obligación moral en tanto formar parte de las decisiones del país.
-Una edad mínima de 21 años para acceder al proceso, pudiendo optar a formar parte del censo, en cualquier parte de la vida de los ciudadanos. Cada vez que oigo a alguien decir que debería reducirse la edad mínima de votación a 16 años se me abren las carnes.
Esto obligaría a una clase política preparada y emanada del pueblo. No la mediocridad con la que contamos actualmente en la mayor parte de Occidente y en España, mejor ni lo cuento…
Haría falta cambiar la Constitución y la idea de Soberanía Popular, la cuál, ésta última, se ha revelado como un ingenioso juguete roto propagandístico y falaz. Digo esto por lo que es actualmente el sistema político actual en el que elegimos listas cerradas para que una vez elegidos hagan lo que crean más conveniente para no-se-sabe-quién (las élites, ése concepto etéreo e inalcanzable para la luz pública). Porque si la soberanía popular es votar cada 4 años o los que sean, nos han timado.
Este tipo de censo sería un principio de sistema meritocrático. La democracia se ha demostrado vulnerable y con fallas capaces de ser manipuladas. Son los ciudadanos sus mayores usufructuarios y los que deben protegerla y conservarla con trabajo duro y comunitario. No hay mejor manera de mejorarla. Regalar derechos y no exigir los deberes consecuentes nos ha llevado a este punto de putrefacción institucional y social.
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