Hacerle un simpa a Dios

La mayor Ingeniería Social que se ha producido en la historia reciente de la Humanidad y de la que emanan todas las demás es sin duda la sustitución del amor al Todo por el amor al dinero.

El dinero se ha convertido en el Dios que explica, clasifica y cuantifica todo. A todo le asigna un valor mensurable, no sólo a cosas tangibles e intangibles, si no incluso a las personas, sus ideas, sus acciones; esto es, tanto intrínsicamente como extrínsecamente.

Siempre había habido avaros, no me malinterpreten. Hablo de algo más profundo y es de que como Dios pasó a ser el centro de la sociedad, la filosofía y las personas en el Medievo; al Hombre, a partir del Renacimiento y, hasta hace no demasiado, al dinero-dios como medida de todos las cosas.

Y no le calza mal, precisamente por su carácter cuantificador y clasificador. Quizás por ello, ha sido asumido con tanta naturalidad, incluso en sus consecuencias más nefastas, por tanta y tanta gente.

Y éste cambio de paradigma no hubiere sido posible sin la aparición del Nihilismo a finales del S.XIX que llevó en el S.XX a Auschwitz, Hiroshima o El Gran Salto Adelante de Mao, hasta finalmente la sociedad de consumo y la sociedad actual, donde los seres humanos son considerados en sí mismos productos para el Big Data, e incluso, en sus propias relaciones interpersonales.

Decía Viktor Frankl en su libro Homo Patiens (1950) “lo que se llama Nihilismo, la esencia de este no consiste, como suele creerse, en negar la existencia; en realidad no niega la existencia o, mejor dicho, la existencia de la existencia, sino EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA. El Nihilismo está lejos de afirmar que no existe nada; pretende más bien que la realidad no es más que esto o aquello a la cual es reducida o deducida en su correspondiente concretización”.

Esto es, el Nihilismo vacía la experiencia humana de sentido trascendente que se rellena con los ideologemas con los cuales se trata de dar explicación a los asuntos humanos; incluso a su sustancialidad relevante. Frankl defiende que este proceso acaba en un fisiologismo, un psicologismo y un sociologismo.

Hoy en día y para el futuro, podríamos añadir un cuarto aspecto de reducción de la experiencia y sentido de la vida humana que es el del tecnologismo. Así lo demuestra los intentos de Harari de reducirnos a un mero algoritmo biológico como elemento de un intento de maridaje del ser humano con la biotecnología y los nuevos materiales hacia el hombre cyborg del Transhumanismo y el Dataismo.

Unas tendencias filosóficas y existenciales de consumo que, una vez más, estarán definidas por el Dios-dinero y el dominio de los medios de producción de información y de su transmisión. Quién no tenga libre acceso a ellas quedará marginado de la sociedad.

Esta negación del sentido de la vida es la causa del vacío existencial imperante. Negar, asimismo, la trascendencia de la vida, su importancia en tanto existente, sintiente y pensante es un disparate contra la esencia misma de la realidad. ¿Se puede con el tecnologismo de Harari responder a la pregunta más básica de la filosofía desde los albores de la Humanidad? Esto es: ¿por qué hay algo en lugar de no haber nada?

Cualquier sistema filosófico que desprecie la ontología más básica es tan sólo un marasmo. Una nueva forma de manipulación y control social que no explica nada que sea sustancialmente metafísico. Así es fácil que el sentido de las causas y acciones queden al amparo del tirano o la mentira de turno. Quizás por ello a Harari lo recomiendan criminales como Gates, Schwab u Obama.

El cambio de paradigma del dinero como centro de todas las cosas ha permitido, mediante sucesivas ingenierías sociales, desacralizar a los seres humanos, la vida, la naturaleza y, con ello, los valores eternos que comparten todas las civilizaciones. Al vacío existencial resultante se le intenta denodadamente de llenar de un consumo de experiencias que no funciona pues la esencia básica del ser humano es su deseo de trascendencia; el preguntarse que hay más allá, qué misterio puede resolver, qué significa que haya algo. Todo lo demás, es la pura intrascendencia hecha reclamo publicitario de un Adanismo convertido en una recreación de un mundo novísimo que desprecia todo lo anterior a través del ya citado tecnologismo. Y así, vivimos hastiados, inermes y sin capacidad de reacción.

De hecho, esta necesidad de trascendencia se ha lateralizado en una idolatría de aspectos puramente subjetivos convenientemente potenciados por las modas a través de los medios de comunicación. Hoy los ídolos a adorar son los personajes públicos (deportistas, actores, cantantes, políticos, etc y etc) y los mitos posmodernos como el éxito personal llevan a lateralizar esa idolatría en nosotros mismos a través de elementos como la belleza, el estatus o la fama; en una imitación de los ejemplos que nos muestran a diario.

Lo cual no elimina la necesidad de trascendencia, solo la desplaza. Al ser el vacío existencial el estado anímico básico, la necesidad de consumir más y más puesto que la sensación de placer se desvanece tan pronto como se consume, fuerza con ello la necesidad de tener más dinero (que permitan la repetición de experiencias) que se convierte en el deseo primario del que fluyen todos los demás.

Aquí la trampa es el concepto. Y con cada concepto nuevo que es lanzado a través de los medios de comunicación se pone una trampa nueva en una espiral de trampas que explican la transformación total de la moral y las costumbres en un viaje desconocido pero con rumbo definido por los Ingenieros Sociales.

Cuando vemos, en el trascurso de una misma vida que, muy a menudo, las malas acciones tienen funestas consecuencias cabe preguntarse si hay un sentido oculto en la importancia de existir ya que podemos comprobar en nosotros mismos que hay una ley moral en nuestros corazones. Un sentido que no hemos descubierto y que si la especie humana ya lo hizo, nos ha sido robada. Quizás por ello, hay tanta gente que ya no puede sentir esa ley moral, enterrada bajo la necesidad de seguir sintiendo para encontrarle un sentido a su vida; bajo el impulso egoísta radical del placer.

Eso hace del placer el Telos de la vida. Una vida que se quiere explicar como un puro mecanicismo en el que nada trasciende, donde no hay nada supremo, salvo el dios-dinero que pone en marcha todas las palancas. No hay consecuencias, solo acciones sin significado profundo.

Para gustos , colores, se suele decir. Qué decir de la infinidad de variantes en las que pueden estar distribuidas las percepciones del placer. Tanto es así, que el punto de vista subjetivo define cada acción moral y, así, vivimos en la moral del placer utilitario personal.

Quizás por ello, ya son aceptados como válidos comportamientos que antaño estaban valorados como negativos como la desconsideración, la desvergüenza y un cinismo que ha impregnado todo como un tinte. Actos en que, por mor del cambio de visión en la moral, se pueden llegar a percibir como aceptables e incluso valiosos. Incluso pueden ser prestigiosos, siempre que sean productores de placer.

Es el prestigio un halo, una tarjeta de presentación que levanta muchas barreras. Por ese motivo mucha gente pugna por él en la sociedad tecnotrónica naciente. Es otra puerta al placer y al dinero.

Inconscientemente, todos quieren brillar. En la red social, en el trabajo, en la reunión de amigos o familiar; emular a los personajes cool que ven a través de las pantallas (da igual que sea grande o pequeña) que marcan la tendencia a seguir. Los signos de distinción son elocuentes en tanto son percibidos por los demás y también por uno mismo. Tan efímeros que requieren de una batalla constante por figurar puesto que es lo que produce la identidad autopercibida cuando tiene su correspondencia en likes reales o digitales.

Así, el ser humano, se convierte en un producto más al albur de las fuerzas del mercado, de las redes sociales y, en lo concreto, del feedback interpersonal en el tú a tú. Un branding de sí mismo para vender que el sesgo publicitario en el otro debe confirmar puesto que si no es así se arriesga a ser cancelado en la vida no sólo virtual sino analógica. Ambos, deben confirmar la formación de su propio autoconcepto deseable en el que somos una marca más para los demás. No sólo se trata de como les hacemos sentir sino del valor asociado a nosotros mismos que nos otorga el ajeno.

Los que no entran en el juego o no son aceptados son los nuevos parias en un efecto indeseado de diferenciación social y distinción simbólica de clase. En el fondo una objetivización más del placer del anhelado prestigio social.

Adoctrinados en la necesidad de venderse a uno mismo como un producto en el mercado de las relaciones interpersonales y ya que en el Relativismo Moral no hay verdad objetiva, esto permite un laissez faire ético. Entonces, la desconsideración y el desprecio de lo diferente como marginal se potencian para dar lugar a una actitud muy en boga que es la del cinismo en un enfoque utlitarista en el que se consumen valores al tiempo que se destruyen, en un ambiente dominado por la depredación en la escasez.

El afecto ya no es creíble ni perdurable. Puede ser cancelado en cualquier momento sin ninguna explicación (Ghosting). Lo que no da placer inmediato y estable es descartado sin contemplaciones; en una aberrante distorsión de un clasismo mal entendido en el que se posee (como el dinero) para consumir cualquier aspecto de la vida.

El consumo es la satisfacción de las necesidades. Esta satisfacción es la base de la elección y las necesidades son artificialmente provocadas en un juego de suma infinita en el imaginario colectivo por la propaganda.

Al final, todo acaba en una reificación constante y totalizante pues a todo se le pone un precio y el valor es algo tangencial y relativo al momentum preciso quebrando las voluntades y moldeando el mundo y las personas: es el espíritu santo con el que nos bendice el dinero-dios.

Así, cuando el tecnologismo haya abarcado el mundo entero, la conciencia de los seres humanos no entenderá de metafísicas trascendentes sino de cosificaciones concretizadoras deshumanizantes en el que todo estará medido y controlado; incluso el espirítu humano, el cual, tendrá un carácter de producto manofacturado con las opciones de crecimiento personal que tengan a bien ofrecernos los que mueven los hilos de quienes mueven nuestros hilos hasta que rijan para nosotros las leyes del mercado en los aspectos más insignificantes de nuestras vidas. Control, cuantificación del control y un imaginario colectivo estandarizado y previsible en una pirámide copas en el que correrá el champán hacia abajo como un maná vivificador y alienante.

Y de este modo, pretenden hacerle un simpa a Dios, al karma, al universo, al destino, a la naturaleza o a lo que crean en el fondo de su corazón (quizás entidades ignotas para nosotros perdidas en la Historia oficial) pues ellos sí conservarán su deseo de trascendencia, su (in)humanidad y sus infinitas cuentas corrientes pues la sociedad alienante es sólo para nosotros como si sus actos no tuvieran consecuencias para ellos mismos más allá del placer del poder.

El poder de jugar a ser un dios para finalmente ocupar su lugar en una OPA hostil que promete un gran desastre.

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Nosotros somos el Imperio del Mal

Hubo muchos imperios a lo largo de la historia pero ninguno tan cruel, despiadado y ladrón como Occidente y aunque es injusto cargar toda la culpa sobre todos los países que, como tales, lo conforman, si es justo ponerla contra los lideres de todos ellos y, como no, sobre una buena parte de sus indolentes poblaciones de estómagos llenos; quienes les han permitido toda esta locura puesto que obtienen el beneficio de poder seguir con sus vidas grises y egoístas con las migajas de riqueza a las que les han permitido acceder.

Actualmente Occidente es el poder de la oligarquía anglo-americana. Los demás países basculamos entre satélites y protectorados; aunque nos beneficiamos de estar bajo su paraguas, somos sus secuaces a través de la OTAN; la cual realiza injerencias todos los días en terceros países y tiene bases militares, laboratorios de armas químicas y biológicas además de silos de armas nucleares por todo el mundo.

La ONU sólo es un campo de operaciones más. Occidente tiene mayoría de votos, mediante su influencia, en el consejo de seguridad y solo la opción del veto ha permitido que el mundo entero no salte por los aires; aunque no será por las ganas que le ponen los fabricantes de armas con sus lobbys. Ese sector de la industria para la cual el sacrificio de una vida humana se mide en beneficio económico.

La Historia de Occidente es sinónimo de guerras ¿Cuantas guerras han ocurrido durante el S.XX? ¿Cuantas hay hoy en marcha y qué países participan? Es una vergüenza que no sea una emergencia mundial tratar de solucionarlas. Y digo solucionarlas; no “llevarles la democracia”.

No somos como el Imperio Romano que dejaba un legado en sus territorios conquistados. Nuestro legado son guerras, hambre, muerte, destrucción, residuos, contaminación, desesperanza y miseria allá donde llegamos; cuando nos vamos, dejamos un páramo ingobernable y eso es así tanto en la guerra como en la paz a través de la colonización económica en la globalización.

Pongamos un par de ejemplos para algún que otro siglo lleno de ejemplos múltiples de toda índole.

La Historia de la colonización del mundo por Occidente es una historia de pesadilla. En África dibujamos unas fronteras injustificables y que aún a día de hoy son causa de muchos conflictos armados de los cuales no tenemos idea puesto que nuestros medios de comunicación no nos informan salvo que exista algún tipo de interés oculto y asqueroso del que, si acaso, tendrán conocimiento nuestros nietos. En el continente hay muchas tropas de la OTAN y de la ONU y se han filtrado informaciones que apuntan a escándalos inconfesables. Para poder llevar a cabo las agresiones militares les vendemos armas y financiamos dictaduras para que nuestras corporaciones puedan extraer sus fabulosos minerales a un precio ridículo. Eso sí, no les condonamos las deudas; ya se sabe como son nuestros bancos.

Cuando en nuestras fronteras se agolpan los emigrantes subsaharianos no tenemos derecho a mirar a otro lado. Cuando la población occidental todavía era idealista pedíamos el 0’7% del PIB nacional de ayuda al tercer mundo. No se consiguió nada, la gente ya se olvidó y hoy en día el idealismo está considerado un rasgo de estupidez.

En Irak dejamos más de 2 millones de muertos y un país arrasado por un casus belli que después del desastre se demostró falso; los lideres occidentales habían mentido al mundo entero de manera continua hasta comenzar la guerra. Nadie ha denunciado ni reclamado un juicio en el TPI a esos miserables por crímenes de lesa humanidad y la mayoría de nosotros parece que no hemos tenido ya suficientes ejemplos en la Historia como para darnos cuenta de que todas estas contiendas se inician con mentiras de manera recurrente.

Todavía recuerdo la multitudinarísima manifestación de Barcelona del 2003. Se llegó a decir que acudimos 1’5 millones de personas oponiéndonos a la II Guerra del Golfo. A lo que hay que sumarle muchas otras por todos los rincones del “mundo libre”y el del “otro”. Ningún dirigente tomó nota salvo para acelerar el proceso de idiotización de masas. Los lideres no tienen en cuenta ninguna manifestación en España desde entonces .¿Si hubo tantos manifestantes y ningún perjuicio para sus planes a qué no podrán aspirar después? ¿Cuanto debieron importarles las del 15M?

Cabe decir que desde entonces quedó demostrado que las manifestaciones multitudinarias ya no son consideradas una expresión de descontento y una guía para los gobernantes sino tan solo la espita de la olla a presión para que el vulgo se sienta reconfortado y crea que los valores democráticos siguen vigentes. Los tambores, los disfraces y las pancartas chachis sólo son una caricatura ridícula de oposición. Los líderes occidentales, como se demuestra, desprecian a todos, sean del extranjero o de su propio país. Se nota que tienen muy desarrollada la conciencia de clase. La suya, claro.

A través de los medios masivos de información nos hablan del eje del mal, de los países canallas, de dictadores, de señores de la guerra. Sin embargo, la verdadera realidad es que SOMOS NOSOTROS EL IMPERIO DEL MAL por mucho que las películas de Hollywood nos mostraran triunfantes, heroicos, justos y libertadores contra unos enemigos que se turnan según la próxima contienda que quieran iniciar desde las altas esferas.

Años y años de propaganda interminable nos ha hecho creer que la guerra es una película donde ganan los buenos y ni siquiera se despeinan. Hoy en día , los jóvenes occidentales creen que la guerra es el Call of Duty, el Fortnite o un reportaje en el Telediario ¡Qué sorpresa se van a llevar! Solo era la propaganda necesaria para que nunca sospecháramos que somos los malos en la vida real, QUE HEMOS CONVERTIDO EL MUNDO EN UN VERTEDERO EXISTENCIAL.

En el resto del mundo nos temen y odian a partes iguales, nos envidian y nos desprecian, ¡quién podría culparlos! Nuestros estados destrozaron los suyos con un importe en vidas humanas, infelicidad, pobreza e incultura mientras sus medios de comunicación les transmiten que aquí atamos a los perros con longanizas y que vivimos en la utopía. Medios, me imagino, pagados con dinero occidental, y en los que se ofrece una imagen de Occidente totalmente idealizada y mentirosa; lo cual alimenta una creencia desesperada debido al estado paupérrimo en el que viven. Que no se quiebre tu espíritu cuando te mueres de hambre o abusan hasta límites inconcebibles de ti y los tuyos es algo reservado a almas muy grandes. Vienen a buscarse la vida pero el odio que nos tienen está ahí y es posible que surja por algún espacio. Especialmente, cuando bastantes de ellos vienen aquí a integrar las filas del lumpen.

No tenemos derecho a culpar a otros países, creyendo que son los más poderosos los únicos culpables. Unos por acción, otros por omisión y todos involucrados de un modo u otro. Todo Occidente culpable.

No te dejes engañar, Occidente es el Imperio del Mal y hemos llevado la maldad sistemática a un nivel de terror tecnológico, económico y global como ningún otro imperio y NO ADMITIMOS COMPARACIÓN ALGUNA en la Historia conocida de la humanidad.

Nosotros somos el problema. Los mensajeros de la iniquidad en el planeta. Los portadores de la desgracia. Tras tantos años de horror solo podemos engañarnos a nosotros mismos. Al resto de civilizaciones ya solo podemos venderles un spot lleno de falsedades publicitarias.

En este momento en que la guerra económica arrecia sería justicia poética que se hundieran nuestras economías y nuestra sociedades. Experimentaríamos un tremendo sufrimiento y dolor pero quizás sería la catarsis necesaria para que cambiáramos el curso de nuestra Historia desde un enfoque más humano y pacífico en el que pongamos al servicio de todo el planeta nuestras capacidades como civilización. Todas las grandes ideas y movimientos que nos han conformado desde la Antigua Grecia a la Ilustración pasando por el Catolicismo o el Renacimiento se basaban en algún modo en un afán de universalidad y la bonhomía. Algo que ha sido totalmente subvertido, e incluso, pervertido.

Pudiera ser que transformara la visión que tiene el pueblo sobre los efectos de las políticas que se han llevado a cabo desde que Occidente rige los destinos del mundo. Un mundo que como claman desde otros países debe ser multipolar y respetuoso con el derecho de todos a llevar una vida digna y en paz. Quizás la masa occidental tomaría conciencia de sus semejantes ya se encuentren al doblar la esquina o en algún lugar remoto al otro lado del planeta; aunque existe el peligro de que cuando se deprime socioeconómicamente una sociedad, se deprime en todos los aspectos, incluyendo los valores compartidos, así como la solidaridad.

Seguramente es un riesgo que debamos correr para que quizás entonces tengamos una oportunidad ya que actualmente y desde todos los frentes Occidente representa el peligro principal para nuestro futuro como especie.

Y vamos tarde reconociéndolo desde dentro.

El Teatro de la Indignidad

La diferente oferta de partidos políticos están basados en su aparente ideología a las cuales se adscriben los diferentes medios de comunicación.

Esto es sólo parte del Teatro de la Indignidad.

Vivimos en un totalitarismo pos-ideológico y ya da igual quién gobierne. Los gobiernos NO RESPONDEN A UNAS POLÍTICAS IDEOLÓGICAS, SÓLO DE GESTIÓN y en todas las partes del “mundo libre” se aplican las mismas políticas con pequeñas variaciones gobierne el color que gobierne. Sólo hablan de ideología como publicidad propagandística en campaña electoral o como soflamas calma-electores cuando aplican medidas cuanto menos controvertidas. La ideología ha muerto en la Realpolitik pero sigue vive como propaganda para las mentes de la gente corriente ¡Viva la ideología!

Los medios llevan todos en sus principales noticias las mismas con titulares prácticamente calcados (puedes comprobarlo por ti mismo) como si el mundo no fuera lo suficientemente intrincado como para que no pudieran haber múltiples enfoques sobre cual es la noticia principal. Esta uniformidad (junto al adoctrinamiento al que hemos sometido en las aulas durante nuestra niñez y juventud) es el basamento del pensamiento único. Cambia alguna interpretación sobre la noticia según el medio pero la importancia está en la noticia en sí como modulador de la agenda que se pretende impulsar tanto en los medios como en las aulas.

Los medios han perdido credibilidad en la era de internet y son deficitarios económicamente en su mayoría, siendo asistidos artificialmente con subvenciones y publicidad institucional.

Además los periodistas trabajan en unas condiciones pésimas. No hay lugar ni tiempo para la reflexión; solo buscan los clics como referencia de cara a las agencias publicitarias, ya que nadie lee nada salvo el titular; mientras tanto los espectadores corrientes se informan a golpe de redes sociales, memes virales y telediarios televisivos. En los cuales se vive una soterrada batalla por ganar el relato oficial sobre los acontecimientos entre estados, servicios de inteligencia y corporaciones.

Decía Edward Bernays en su libro Propaganda: “Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas, son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar”. Y también: “la alfabetización universal ha brindado al hombre sellos de goma, sellos de goma tintados con eslóganes publicitarios,con artículos de opinión, con publicaciones científicas, con las banalidades de las gacetillas y los tópicos de la Historia, pero sin el menor rastro de pensamiento original”. Añadía, además: “La primera página del New York Times en el día en que escribo estas líneas contiene ocho noticias destacadas. Cuatro de ellas, es decir la mitad, son propaganda. El lector indolente las considerará como crónicas de sucesos espontáneos. ¿Pero lo son?”. Esto en se publicó por primera vez en 1928. ¿Cuanto habrá mejorado la técnica propagandística en casi cien años?

Hoy día expertos en finanzas rastreando documentos han llegado a la conclusión de que el 90% de los medios mundiales (me imagino que del “mundo libre”) están en 5-6 manos. Lo que han dado en llamar fondos buitre (Vanguard, Fidelity, State Street y sobretodo Black Rock) son los propietarios de estos medios de información. Estas empresas son las que dominan las bolsas de todo el mundo y los que la hacen subir y bajar, despeñarse o alcanzar el cielo a los valores bursátiles; se hicieron con los medios de información masivos en la Crisis del 2008 cuando ante una crisis de deuda impagable los compraron con su abultadísima billetera.

Hubo un hombre con bigote muy malvado que escribía en su libro prohibido: “Aquello que de ordinario denominamos ‘opinión pública’ se basa sólo mínimamente en la experiencia personal del individuo y en sus conocimientos; depende más bien casi en su totalidad de la idea que el individuo se hace de las cosas en la llamada ‘información pública’, persistente y tenaz. La prensa es el factor responsable de mayor volumen en el proceso de ‘instrucción pública’. A la cual, en este caso, se le asigna el nombre de Propaganda; la prensa se encarga ante todo de esta labor de ‘información pública’ y representa así una especie de escuela para adultos».

Ya sé que este hombre no es muy popular. Sin embargo, el fragmento que apunto es tremendamente revelador. Otro amigo suyo inventó y aplicó el modo de alienar a través de la propaganda masiva a todo un país llevándolo por el camino de la autodestrucción y desde entonces se ha convertido en el modo de actuar habitual de los poderosos desde sus atalayas (por mucho que les ganaran una guerra para salvar el mundo) y VIVIMOS EN UN ESTADO FASCISTA DE ROSTRO AMABLE Y PUÑO DE HIERRO.

En esta (no declarada) III Guerra Mundial híbrida o de 4ª generación -económica, jurídica, cibernética y de información, con puntos calientes como Ucrania, Yemen o Siria-, la cual está llegando a su clímax, los gobernantes títeres de los hombres ocultos de los que hablaba Bernays ya se están quitando la careta y promulgan leyes como la Ley de Seguridad Ciudadana o la Ley de Seguridad Nacional que yendo contra las Constituciones del “mundo libre” destruyen los derechos fundamentales que en ellas se marcan sin que ningún medio de información avise a sus conciudadanos de lo que significa para nosotros y nuestro futuro, del poder tiránico que representa y de como la aparente democracia ha saltado por los aires (y pronto recogeremos los frutos de esa cosecha).

Como apuntaban Bernays y el señor del bigote, los medios moldean nuestra visión del mundo y se convierten en nuestra primera referencia para organizar nuestras vidas. Sin embargo, ¿responde a esta interpretación a los hechos fidedignos?¿Podemos averiguar por nosotros mismos qué nos beneficia y qué nos perjudica?¿Somos un rebaño manipulado al cual dirigen nuestros pastores hacia un buen fin?

La realidad es que NECESITAN NUESTRO CONSENTIMIENTO. En el Teatro de la Indignidad, si no obtienen nuestra aprobación el chiringuito se les podría hundir a los poderosos. En la democracia liberal de medios de comunicación instantáneos y elecciones electorales, nuestra aprobación es la clave de bóveda para que nos lleven al matadero sin que las ovejas nos tornemos lobos. Y ésta es la razón principal del Teatro.

El otro día escuchaba a un periodista decir que la violencia machista era el peor problema de esta sociedad. No pude soltar ni una carcajada ni indignarme siquiera. Digo esto porque mientras el susodicho señor hablaba de sobre 50 muertes al año, más de 3000 personas al año se suicidan en este país por la falta de un horizonte digno y por EL HORROR DISTÓPICO EN EL QUE SE ESTÁ CONVIRTIENDO OCCIDENTE. ¿No hablarán acaso porque se evidenciaría todo este Teatro de la Indignidad con el que nos manipulan?

Pero desde el más acá, ¿por qué no se habla de los suicidios? Según han confesado los propios periodistas para no aumentar el problema por un efecto de imitación (que no parece importarles con el primer problema mientras no dejan de repetirlo incesantemente por sus altavoces). Al parecer la orden viene de altas instancias.

Y digo yo, ¿son las mismas altas instancias que imponiendo sus reglas les dan las subvenciones y les pagan la publicidad institucional? Porque hasta los más tontos sabe sumar 2+2 ,y ya entonces, se tiene que dar cuenta usted, querido lector, que los medios de información ni son un el 4º poder ni un contrapoder ni gaitas. Son el altavoz de las Instituciones que comandan los tiranos que nos gobiernan para sus cortinas de humo, sus repeticiones propagandísticas de mensajes simples, su sociedad de hiperconsumismo, y demás ingenierías sociales CON LAS QUE NOS AGREDEN, convertidas en modas automáticas de fácil deglutir para mantenernos sofronizados y puedan seguir con sus planes adelante. Medios y poder están en una connivencia diccionaria.

Las famosas puertas giratorias tienen también niveles, como en un ascensor, y el nivel de connivencia entre partidos políticos, sus líderes y los amos de éstos más los medios de comunicación y sus periodistas y propietarios es diáfanamente claro. ¿Qué no harán en esta repugnante colusión? ¿Qué no nos esconderán? ¿Hasta dónde llegará su manipulación?

Ahora, a través de sus webs la prensa oficialista piden dinero mediante suscripción para leer sus noticias. ¿Dinero para qué? ¿Para poder negarse a recibir los sobornos para su supervivencia? Ya no hay vuelta atrás, fueron compradas por el Mal y solo tienen tres finalidades: mentir para engañar mientras hacen dinero para llevar a la sociedad por el camino de los intereses de esos “semidioses ocultos”.

La alternativa es informarnos por las redes sociales donde valientes dan la cara para tratarnos de informarnos con una perspectiva distinta. Muchos son censurados cuando se acercan demasiado a la verdad; les borran sus vídeos, les cierran sus canales, les llenan los comentarios con mensajes perpetrados por troles pagados como mercenarios, etc…Porque así es, amigos, en el “mundo libre” EXISTE LA CENSURA. Abajo la libertad de expresión deben clamar en sus cónclaves mientras realizan sus ritos secretos.

Aún así, no deja de ser Internet parte del escenario del Teatro de la Indignidad y hay que andarse con mucho ojo antes de dar por cierto lo que allí se cuenta; pues allí trabajan los actores en conflicto con información, desinformación y contrainformación; en un juego de sobreinformación laberíntica de humo y espejos en el que no es difícil caer en la misma hipnosis que con los medios tradicionales.

El mundo se fue convirtiendo progresivamente en una distopía desde el golpe de estado del 11S. Cada vez más los seres humanos se alejan del ideal de sujetos autónomos con un lenguaje y un pensamiento que articulen el mundo en el que viven. Fue permutado por el pensamiento único que desde toda institución estatal o masiva constantemente somos bombardeados.

Somos esclavos y lo somos mediante nuestro consentimiento. Un consentimiento que obtienen por el triunfo de la comodidad, la diversión dirigida y las drogas legales (e ilegales), todo perfectamente ultramoderno y lucrativo. Cada 4 años nos llaman a votar y elegimos a nuestros tiranos particulares que se presentan con unos programas electorales que nunca cumplen. Tiranos que por otro lado, son manejados por gente que como decía Bernays, desconocemos. Y todo esto, dicen, que es por nuestro bien. Y lo dicen a través de los medios que alguien ostenta y paga mientras nosotros les damos sustento, cómplices, con nuestra atención.

¿No es trágico chiste que cada vez prometan más y el mundo esté cada vez peor? Y no se vislumbra aún el suelo en esta caída. A los que están detrás de bambalinas debe parecerles extremadamente gracioso.

Apaga la televisión, teme a los titulares de los periódicos, rebate a la radio. Y lee. Tan importante es leer como saber qué leer. Un libro te llevará a otro. Investiga en la red (incluso la red está mediatizada en esta guerra cibernética pero sigue siendo un instrumento fecundo por lo menos todavía), huye de las modas, levántate y camina como un Lázaro moderno al cual le están negando la vida. Estamos en la III Guerra Mundial desde hace unos pocos años. Los hombres de paja y los hombres invisibles están cada vez más expuestos. Puedes liberarte del control del Teatro de la Indignidad al menos intelectual y simbólicamente.

La información no es conocimiento por si misma. Se necesita pausa, reflexión, estudio, interiorización y formar una base de manera constante. En la mañana de la era tecnotrónica en la que nos encontramos hay que volver a las herramientas de conocimiento que alumbraron el mundo actual para reconstruirlo de modo distinto; puesto que las herramientas actualísimas que fueron concebidas por las anteriores, nos disminuyen y finalmente nos animalizarán.

Es hora de derribar a los testaferros e ir a por sus amos. Seamos la Humanidad que queramos ser. No las que nos impongan.

¡Muera el Teatro de la Indignidad!

Amor sin gluten

Antes (y no hace tanto) no había celíacos (o por lo menos era muy extraño y no se sabía). El gluten (una proteína) se convirtió de la noche a la mañana en un veneno y, sin dejar de ser curioso, lo que para unos es un veneno para otros (los sanos) es esencial para una correcta nutrición.

Cuando desde los altavoces públicos se fomenta el narcisismo ególatra que caracteriza a nuestra sociedad se ponen en marcha inusitadas consecuencias. En las relaciones de pareja significa que el antagonismo surge de modo persistente una vez desaparecido el enamoramiento. Pronto no se soporta al otro y todo el mundo acaba buscando la soledad. De hecho conozco alguna pareja que se basa en la necesidad de tener espacios de soledad que antaño se llenaban de sus compañías. Algo que debe contribuir a que los divorcios y la promiscuidad sean tan comunes hoy en día.

Es en la sociedad narcisista de la soledad donde todos acabamos empalagados de la compañía de otros seres humanos excepto si se produce la comunicación a través de la red; en los brillantes escaparates de las redes sociales, donde podemos expresar nuestra mismidad única. Allí donde se mantenga a salvo cierta intimidad que no queremos hacer visible.

Parece que empieza a importunarnos la presencia física de los demás, y aún más, nos cansa abrumadoramente el esfuerzo de tratar con los otros de un modo profundo. Quizás por eso, cada vez más estamos celosos de escondernos tras los muros de la soledad. Una soledad SELECTIVA de la que podemos escapar a voluntad para (la mayoría de las veces) volver a retrotraernos cuando estamos exhaustos de tanta compañía.

No en vano, cada vez se ven relaciones amorosas ad hoc según el interés en sus variables posibilidades: la disponibilidad de tiempo y espacio, el momento vital en el que se encuentran los contrayentes, las modas sexuales imperantes, etc… En la que más que compartirse, los amantes se reúnen con el fin de llenar los espacios de fruición de la soledad selectiva con los cuales pretenden que la locura del aislamiento no les alcance.

Esto a su vez es un síntoma del fracaso de las viejas usanzas de las relaciones amorosas. En la sociedad de Narcisos que habitamos, una vez desaparecido el enamoramiento, el antagonismo egóico surge con facilidad y ante el juego de poder que se produce a continuación sólo queda la explotación-sumisión o la ruptura no sin producirse un camino tortuoso.

Están los celíacos del gluten y están los celíacos del amor. Esos que no soportan la entrega propia, la comprensión de las debilidades, el entusiasmo por CONSTRUIR una relación más allá de ellos mismos; con las evidentes dificultades que ello implica de pensar a largo plazo y de solucionar problemas a medio/corto plazo que implican la lealtad, el perdón, la edificación de la confianza, la necesidad de justicia, el respeto mutuo y más aspectos que humanizaron las relaciones profundas a lo largo de la Historia del amor romántico y que hoy, en esta guerra espiritual que vivimos, se están diluyendo bajo el paraguas del interés inmediato.

Y es que pocas cosas han hecho tanto daño a la sociedad como la actitud y el pensamiento cortoplacista que rigen las vidas de una mayoría que tiene la actitud del cliente (un intercambio en el que debemos ser plenamente satisfechos) en todos los aspectos, tanto materiales como intangibles. Y que como un veneno, intoxican las vidas de ellos mismos y de los que los rodean.

Hay quien da y quien solo puede ingerir el amor sin gluten. Amor que no nutre y del que no se pueden nutrir, Tan solo consumir. Y que sale muy muy caro; hasta arruinar la vida, el bolsillo y el corazón. Amor al que le falta lo más esencial: la entrega de nosotros mismos sin ambages y ante el fracaso, un saludable fin en el que el perdedor no lo pierda todo.

De mis variados fracasos amorosos he aprendido que las relaciones de pareja nunca fueron sencillas y una buena convivencia es difícil de gestionar incluso en uniones de personas preocupadas por la felicidad intrínseca del otro. La clave del éxito es encontrar esa gente que sabe que la vida no es fácil, que todos tenemos nuestras zonas oscuras y que se esfuerzan desinteresadamente en llegar donde el otro no alcanza.

Poner intención en amar también es importante. De hecho, es el ingrediente básico, y cuando es recíproco, las probabilidades de que surja algo que podríamos llamar felicidad extática amorosa aumentan. Desde mi punto de vista este poner la intención en amar es el motor de la etapa del enamoramiento y la causa de que sea la época más feliz por antonomasia en una pareja. Por tanto, el esfuerzo en su mantenimiento resulta crucial.

La reciprocidad, eso que es tan difícil de encontrar cuando es expresión en la bondad y tan fácil de encontrar cuando es expresión en la maldad, debería ser la única esperanza que albergar cuando empezamos una relación llenos de buenas intenciones.

Sin embargo, en la sociedad del Relativismo Moral desde todos los frentes se influye para fomentar el egoísmo y la apariencia, dando como resultado unos individuos pagados de si mismos donde nada perdura; mañana debe y puede ser diferente de hoy en cualquier modo; la repetición aburre y el cambio es la norma; la necesidad del deseo colmado instantáneamente se convierte en frustración cuando nos habituamos a cualquier sensación y desaparece la excitación de la novedad; el deber se diluye y en su lugar aparece el poder. La frase “(no) me lo merezco” tan común hoy día ante una eventualidad desgraciada resulta reveladora como complemento de aquél spot que decía “porque tú lo vales”.

Y en la sociedad de consumo hemos pasado a consumir cualquier aspecto de nuestras vidas. Desde los profundos a los superficiales, desde los mundanos a los divinos. Y lo que se consume sólo existe para nosotros antes de consumir y mientras es consumido. Después es tan sólo una experiencia (nuestra) en la que la experiencia del otro sólo es un accidente. Algo desechable y desechado. Listo para ser reemplazado por la nueva consumición en una espiral que lleva a la destrucción del otro y, lo que es aún más estúpido, a la propia.

Eres muy raro

Hace tiempo que no me lo dicen. Sin embargo, durante mi juventud lo escuché en reiteradas ocasiones.

Quizás la edad te normaliza, quizás la rareza sea considerada hoy virtud en este mundo uniforme y de pensamiento único donde todos intentan destacar con alguna diferencia que, en mayor o menor medida, acaba convertida en un patrón común y que insensatamente creen que les hacen únicos. Hoy me llaman antisistema y lindezas semejantes.

Entonces (cuando lo escuchaba) recuerdo sentirme incomprendido y aislado y sólo con el tiempo y las repeticiones, pude darme cuenta de que donde decían rareza, decían diferente a lo que he conocido hasta ahora, a lo que veo cada día en la calle al salir por la puerta de mi casa. Sin embargo, nunca comprendí su sorpresa.

¿Extraño? ¿Raro? ¿Quizá extravagante? Sus mundos eran muy pequeños. La última vez que lo escuché me lo dijo una niña de 10 años cuando yo tenía 42. A día de hoy es el reflejo más certero de lo que eran ellos. Niños y da igual la edad que tuvieran.

Ya con el cuajo que da la edad, acerté a responderle a la chiquilla: ¿no querrás decir que soy único, extraordinario, difícil de encontrar, diferente? Todavía me río cuando recuerdo su cara de estupor.

Y es que en este mundo de modas pueriles, quien más y quien menos ya cometió alguna extravagancia inane bajo la promesa de diferenciarse de la masa. Algunos incluso rayando la estupidez.

Hoy en día la rareza o extravagancia ya no está en modos de pensar o sentir. A la plebe ya le da igual cualquier cosa bajo el lema del “do not get emotionally involved”. Si alguien no se adapta a sus esquemas lo rechazan e ignoran sin más. No hay interpelaciones.

Veo en la sociedad una tendencia a formar grupos entre los que manifiestan rarezas en común. Es más, veo como se enrocan en sus ideas desedeñando a otros grupos formando un magma de incomprensión mutua. En realidad, celebran la uniformidad de sus propios grupos mientras se autoengañan creyéndose virtuosos por sus rarezas.

La virtud siempre fue rareza. Posiblemente asimilen esta cuestión a sus propias opiniones y/o gustos. Sin embargo, la rareza NO es per se virtuosismo. Esto es un engaño que nos han colado las élites a través de los medios de comunicación de masas. Quizás para forzar aún más esa división entre las personas comunes (divide et impera) como con otras muchas cuestiones (derecha/izquierda, la más común y posiblemente la más maligna y manipuladora).

Hoy, mientras el mundo está a punto de arder por los cuatro costados (y por alguno ya está ardiendo) creo que nadie celebra la diferencia sino que celebra SU diferencia; consecuencia nefasta de la individualidad entendida como un sentir narcisista y de la colectividad atomizada forzada por los voceros del régimen financista mundial. Creen que van a contracorriente pero en su mayoría son peces muertos.

Ciertamente, hoy en día ya sé como actuar si me llamaran raro de nuevo aunque estoy seguro que sólo la candidez de un niño serviría para que alguien utilizara esa palabra. Como dije, hoy te llaman antisistema. Desafortunadamente, significa que no encajo en mi mundo. Afortunadamente, significa que sigo vivo y consciente.

Sobretodo, consciente. Sólo consciente. Y quizás por eso soy raro. Más allá de si soy diferente o más especial que los demás (que es lo que todos parecemos pretender).

Soy un raro. No puedo soportar al ser humano en su estado actual, he de ser engañado. Los psiquiatras deben tener un término para eso, yo también lo tengo para los psiquiatras.

Charles Bukowski

De la falsa amistad

Si lo hicieron por amistad y dieron de todo corazón un mundo a cambio de nada, ahora que la nada han obtenido, ¿por qué se enfadan?

Era una de las posibilidades. Si no lo aceptan ni era puro ni era verdad. Si el resultado buscado era el favor mismo y no su devolución, ¿por qué se enfadan?

Entonces, dudar de ellos era ofensivo pero ahora que no les corresponden es cuando se ofenden. Si su intención era limpiamente desinteresada, ¿por qué se enfadan?

Ya no les desean el bien y es ahí cuando su dignidad se destruye y no antes pues su premio era compartirse, ¿cuál es la base de su frustración?

La frustración siempre es del tamaño de la expectativa. La expectativa es más peligrosa que la esperanza. La esperanza es siempre del tamaño de la amistad que ofrecemos y nuestro amor es del tamaño de la perseverancia en la buena voluntad. Si su voluntad de dar se mantuviera incólume aún en la frustración ¿no sería infundada su desesperación?

Al que le sobra benevolencia nunca le falta recompensa cuando reparte su querencia. El que recibe sin agradecer es el verdadero pobre de solemnidad pero el que da con expectativas de recibir de vuelta no es un amigo sino un mercader, ¿quién era amigo de quién?

Es en la amistad donde se descubren más máscaras que tras el final del Carnaval.

Sobre la sinceridad posmoderna

A día de hoy la sinceridad tiene mucho prestigio. Siempre la tuvo pero ahora parece que es un deseo de la mayoría encontrar gente sincera en este mundo mendaz. No es de extrañar que piensen que el sincero dice la verdad pues incluso el diccionario la asimila a veracidad y la veracidad a cualidad de veraz, la cual es “conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente” y “conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa”.

Por tanto, es la sinceridad una acción que depende de la subjetividad. El sincero habla “su” verdad. No es de extrañar que en el triunfo del Relativismo Moral, donde no hay verdad objetiva y todo es relativo, sea tenida por una cualidad del comportamiento altamente valorada. En la sociedad posmoderna en la que tantos practican la pura apariencia es considerada por tanto una propiedad intrínseca de la autenticidad, también muy apreciada.

¿Y qué es la autenticidad? En éste caso no ha llegado la definición psicológica contemporánea al diccionario de la RAE. La podríamos resumir en una frase: “tan sólo sé tú mismo”. En Google podemos encontrar diferentes enfoques sobre el tema siendo uno que me ha llamado la atención el de autoconfianza y búsqueda de la propia felicidad en la coherencia con uno mismo.

Me parece bien ser coherente con uno mismo excepto si eres un egoísta hideputa, debo decir. Entonces puedes ser sincero y auténtico para destripar la imagen, confianza o vida del prójimo aunque no sea verdad lo que se esté diciendo, sobretodo, porque ya hemos visto que siempre será una verdad subjetiva y podríamos errar. Y esto lo he visto bastantes veces en mi vida: gente que amparándose en la sinceridad creen quedar exonerados de toda maldad a priori y a posteriori machacando al objeto de sus verdades como puños en su insólita versión de la justicia. Por cierto, son los mismos que cuando les produce un perjuicio real ser sinceros, frecuentemente, se abstienen. Y esto es fundamentalmente perverso.

A lo largo de mi vida me pareció que la gente hoy en día confunde sinceridad con honestidad e incluso con honradez. Desde mi punto de vista la sinceridad no es absolutamente casi nada sin un criterio de veracidad objetiva. Prefiero con mucho la honestidad (razonable, justo, recto) y la honradez (estima y respeto de la dignidad propia), las cuales tienen que ver etimológicamente con el honor (cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo) .

¿No es honorable hablar con la verdad?. E incluso, ¿se puede tener honor al mentir? Sí, cuando estamos en situaciones en las que no tenemos más remedio que salvaguardar algo mayor o mejor, aún a costa de nosotros mismos. Además, con el honor se respeta la dignidad propia y por tanto nos ponemos en disposición de respetar la ajena. Al respetar ambas nos hacemos íntegros (probo) y por tanto multiplicamos el honor.

La sinceridad es a menudo hueca sin verdad objetiva y sin la justicia moral del honor y para esto es necesario un marco mental y ético más amplio y consciente.

Afortunadamente, todavía podemos encontrar gente honrada en el mundo. Lo contrario de la honestidad y la honradez es la perversidad, la cual reina por doquier en la sociedad actual. El Relativismo Moral fomenta lo perverso al no haber un criterio objetivo de verdad y confundir hasta llegar al enfrentamiento de unos con otros cuando “sus” verdades no coinciden.

Podría dar la impresión de que añoro el Medievo. Lo que en realidad desprecio es un progreso basado en falsos conceptos de la novedad como algo positivo por definición cuando la historia humana es mucho más amplia que la Modernidad y, como ya he dicho en alguna ocasión, a veces la mejor opción posible ya está inventada.

Decir lo que se piensa es instantáneo; pensar lo que se dice lleva tiempo. Quizás por ello el sabio es callado y el necio no para de hablar.

Anónimo

Los ligues lentos

En la época de satisfacer deseos de modo inmediato (e incluso instantáneo) pocos se atreverán a lo que les voy a proponer. Es la manera de conseguir relaciones significativas y duraderas más eficaz que existe: el ligue lento.

No es fácil y exige colocarnos frente a un espejo. El espejo que pueda correspondernos en la imagen la obtendremos siempre y cuando estemos dispuestos a apartarnos de la impaciencia y la picaresca. Ya sea para bien o para mal, mostrarnos tal y como somos realmente y, fomentar la reciprocidad, dándole tiempo al tiempo, conociendo aspectos, primero superficiales, después de convivencia, para finalmente, cuando se llegue a lo profundo y secreto, recorrer un viaje, en ocasiones interior y, en otras, iniciático, sólo podrá concedernos beneficios.

Son varios los peligros a los que podemos enfrentarnos. Desde el desamor, a la muy detestable friend zone pasando por la decepción de acercarse a alguien que no merecía nuestra atención. Sin embargo, las ganancias siempre son mayores cuando afrontamos el ligue lento desde la deportividad, la asertividad y sobretodo la naturalidad de quién no espera nada. Ningún resultado, ni ganancia ni pérdida. Sólo el valor de la experiencia de enriquecerse mutuamente a través de una relación cordial que quien sabe como acabará ya que el futuro es por definición incierto.

Y ése es el primer punto. No muestres un interés desaforado por la persona en cuestión. Si existen los elementos para que, necesariamente, tengáis que coincidir en tiempo y espacio, ya tienes mucho ganado y es sencillo establecer una correspondencia en el trato, esperando que vaya creciendo a medida que os conocéis. No es cuestión de maravillar si no más bien de una lluvia suave de vivencias compartidas que vaya calando para que la curiosidad nazca.

Tras la curiosidad, llega una mayor exposición a conocer y también a abrirse, a mostrarse y es ahí cuando puede surgir la atracción, cuando de modo natural llegan las coincidencias primero y las confidencias después.

Es necesario cuando estamos practicando el ligue lento, no quedarse en lo superficial e ir más allá en las consideraciones que hagamos. Creando un clima de confianza y de conversaciones existenciales. Sólo así, llamaremos la atención sobre los temas a tocar cuando traten con nosotros como un oasis alejado de la banalidad reinante. La profundidad de conocer a alguien extensa e intensamente es en si mismo una inclinación natural que todos tenemos y debemos aprovecharlo.

Es preciso también ser rectos dejando las ambigüedades, indirectas y demás maniobras del ligue clásico y directo para cuando seamos conscientes de que hemos hecho diana. Eso sí, hay que estar presto y audaz para percatarse de las señales conscientes o inconscientes que nos envíen, ya que con frecuencia se pierden muchas opciones si al alargarse demasiado en el tiempo aparece el tedio de una rutina sin sentido o un rival (y ya se sabe que en los tiempos actuales la novedad es un poderoso reclamo).

Cabe decir que este no es un método para aprovechados y mezquinos pues tarde o temprano ya sea por su parte o la nuestra será imposible mantener las mascarada, apareciendo las sombras en algún momento. Si nos mantenemos fuertes en nuestra voluntad de buscar el bien mutuo será un escudo fuerte y ligero que nos mantendrá o bien fuera de peligros o bien acercándonos a nuestro objetivo.

El amor se recibe de alguien. También nosotros lo entregamos a alguien. Si en algún momento pensamos en él como un ideal etéreo o un mero intercambio nunca lo alcanzaremos. Creeremos en cuentos de hadas o mantendremos la actitud del superviviente (poniéndonos nosotros en primer lugar caiga quien caiga) y estamos hablando de de seres humanos. Siempre. Perder de vista éste perogrullo nos puede llevar a ocasionar daño o que nos lo ocasionen y es mejor tener siempre los piés en el suelo (aunque tengamos los ojos llenos de nubes).

No se me pasa por alto que en realidad lo que propongo es una emboscada al igual que en el ligue clásico. Sin embargo, al hacerlo de esta manera, aunque podamos perder el tiempo, e incluso quizás gastarlo demasiado generosamente, no dejaremos de disfrutar consigamos nuestro objetivo o no y, del mismo modo, nos apartaremos de los tóxicos y nosotros mismos no actuaremos en ése sentido.

También cabe decir que para poner en práctica el ligue lento, es necesario tener un entorno común con el objetivo. Es imposible abordar en la calle y tratar de ponerlo en práctica. Antes hay que crear el susodicho entorno común y para eso, quizás sí, para conquistar a la chica o chico de tus sueños, hay que ser un poco puñetero.

La declaración más lisonjera que agrada al amor no está en lo que se dice, sino en lo que se escapa

Ninón de Lenclós

No te dejes amilanar: Noé era un amateur, y el Titanic lo construyeron expertos

James Prentice

Después del enamoramiento Pop

A lo largo de la historia han existido diferentes causas para llevar adelante una relación: pecuniarias, de interés vital, por imposición e incluso meramente sexual. La que nos ocupa aquí es la que viene desarrollándose desde los trovadores del medievo hasta el siglo XX: el enamoramiento. Aunque a decir verdad, no es un asunto histórico sino puramente humano.

Cabe decir que ya en textos de la Antigua Roma se hacía hincapié en que, en algunos casos, tenía el viso de una enfermedad. Esto ha sido confirmado en el siglo XXI en una teoría del psicólogo clínico Frank Tallis y le ha dado el nombre de Limerencia.

Por otro lado, a través de los medios de masas con el cine y la música rock y sus derivaciones, se llevaron hasta el paroxismo la difusión de estos tipos de sentimientos en Occidente hasta el punto de convertirlo en un estereotipo de amplio espectro en el inconsciente colectivo. Todos los de mi generación hemos escuchado y visto canción tras canción, película tras película, repetidas cuantas veces hubieren hecho falta hasta taladrar nuestras convicciones e inocularnos dichos sentimientos como una única idea deseable. El mundo ya no necesita otra canción de amor cantaba La Cabra Mecánica y no podían tener más razón.

Yo os pregunto: ¿qué efecto puede tener sobre la población una constante exposición como el único sentimiento válido en una relación considerando que se ha constatado que es una enfermedad? La única respuesta que se me ocurre es la confusión y el vacío.

Confusión en unos y otras sobre como afrontarlo. Sobre lo que significa (y por tanto, cuando es un sentimiento auténtico y cuando no) su duración, mantenimiento y preservación. El vacío cuando suele fracasar o cuando somos engañados únicamente con fines sexuales. Más vacío aún cuando no tenemos en nuestras vidas lo que se pregona como el éxito deseable desde todos los ángulos. Más vacío todavía, si cabe, en el mundo digital del streaptease vital permanente.

Durante mucho tiempo tuvimos a la población actuando imposturas, las cuáles no comprendían y que, con frecuencia, no sentían más allá de la máscara, ya sea consciente o inconscientemente. Retroalimentando así el discurso dominante y haciéndolo visible en el escenario de la vida. Daba igual que fuera una moda causada por un adoctrinamiento, en las mentes de todos era lo “real”.

Sin embargo, el pulso de metralleta de la élite bajó considerablemente en la década de los 90. Ahí se empezó a impulsar el sexo por el sexo. A decir verdad, un estilo “afectivo” que ya venía desde los finales de los 60 en Occidente y que han ido incrementando gradualmente desde entonces. Desde entonces, estas ideas han quedado supeditadas a episodios, un momentum experiencial. Me pregunto si ya ven los adolescentes de hoy el amor como algo utilitario sin más (aunque de todos modos el enamoramiento seguirá existiendo como una experiencia humana también es pertinente preguntarse como lo percibirán dentro de ése utilitarismo). Una idea que, por cierto, ha existido siempre en las relaciones amorosas pero que pinta que será lo próximo con lo que extenuarán a las masas cuando descarten totalmente el romanticismo.

Tras la orgía de extásis y música trance nos han obsequiado con el Regguetón y con esto ya tenemos la última vuelta de tuerca. Hoy en día el imaginario colectivo sobre el amor y las relaciones están basadas en la gratificación instantánea, la desconfianza y la levedad de lo efímero. A nadie le importa nadie y si lo hace rápidamente deja de importar al primer escollo serio. Se valoran las relaciones como una manera de progresar o disfrutar. Poco a poco la persona que tendremos enfrente dejará de importar en tanto sus cualidades como ser humano. El vampirismo como eje central del dar y tomar.

Tras el fracaso de varias relaciones no estoy yo en disposición de dar lecciones sobre como manejarlas. Quizás sí en como afrontar la Limerencia. Me enamoré dos veces en mi vida. No una atracción (por muy fuerte que sea), enamoramiento, repito, Limerencia. Uno de los efectos del exhaustivo adoctrinamiento sobre el único tipo posible de amar que nos han ofrecido, es la confusión sobre qué es amor, qué enamoramiento, qué atracción y ya tras el triunfo del Relativismo Moral nos queda un descreímiento absoluto.

Por si fuera poco, a ésta desconfianza hay que añadirle el adoctrinamiento de la última década a través de lo que se considera información en televisión y prensa (además del entretenimiento audiovisual) con la violencia de género y el activismo LGTBI. Poco falta para que desde los altavoces mediáticos empiecen a considerar la simbiosis edificante en una relación como la próxima enfermedad del “amor”. Seguramente empezarían por hacerlo ver algo pasado de moda, antiguo e incluso zafio.

Es posible que de esa tendencia que imagino surja una contratendencia de valores en lo auténticamente humano. Quizás si los medios masivos fueran transformados en altavoz de la verdad, el sentido común y la bonhomía pudieran los jóvenes ser alimentados de ideas verdaderas sobre el amor. Por ahí, aún con la podredumbre actual se escapan algunos artículos, algunas películas, algunas canciones: posibilidades de un cambio a mejor que influyeran a las nuevas generaciones e incluso que transformaran a las actuales. Un cambio que todos necesitamos incluso como especie.

Después del enamoramiento Pop llegó el triunfo del Relativismo Moral y a la vuelta de la esquina están la soledad, la felicidad fingida y las relaciones flash (las cuales duran un instante tanto en el tiempo como en el recuerdo).

Y de repente, el mundo de mis padres y abuelos me parece un lugar mejor y menos peligroso. Más auténtico y menos artificial. Dónde lo sagrado (como el amor) tenía una verdadera dimensión humana. E identificando lo humano con lo divino y lo sagrado, estableciendo ésa equivalencia moral, y sin embargo, dándole a cada uno su propio espacio mientras establecemos puntos de contacto, podremos empezar a deshacer el entuerto en el que nos han metido y en el que nos hemos dejado meter.

El vivir bonito

Hay muchas maneras de vivir como cantaba Leño. Unas para bien , otras para mal y otras para morir en vida; incluso para pasar inadvertido como una sombra en la noche.

Innumerables citas, tratados filosóficos y libros sagrados sirven para hacer una inabarcable colección de modos del buen y del mal vivir. Hacer un resumen de todos ellos es imposible Seguramente, cada tiempo histórico ha imbuido un sentido concreto en los modos de conducta y resulta imposible hacer una guía intemporal.

Hay por tanto tradiciones en ése sentido y cada persona tiene sus diferentes experiencias vitales.

Siempre que conozco a un joven y me cuentan o preguntan algo, les digo que aprendan a vivir bonito sin explicarles lo que significa y también sin acabar de entenderlo yo mismo. Probablemente porque hay tantas maneras de entenderlo como personas.

Vivir bonito es el camino más directo a morir tranquilo e incluso sin miedo. Y es este el que debería ser el gran objetivo de cada humano puesto que ninguno nos libraremos de la visita de La Parca: Vivir implica morir.

Pero no es de la muerte de lo que quiero hablar sino de vivir.

Vivir bonito implica reconocer la belleza de la vida a pesar del sufrimiento que impregna la existencia. Incluso de la belleza del sufrimiento: con cada experiencia negativa adquirimos conocimiento sobre el mundo, la vida, las personas e incluso uno mismo. Claro está para vivir bonito necesitamos el equilibrio personal que dan las buenas experiencias.

Vivir bonito implica huir de la mediocridad como uno de los grandes males sociales y personales pero escapar de él sin malas palabras, sin sarcasmos, sin rencores. Es el rencor y el odio algo que nace de manera natural en nosotros tras una mala experiencia. Sólo perdona y sigue adelante. Casi nada de lo que te puedan hacer es algo personal; tiene que ver con ellos mismos. Los enemigos existen pero ninguno será mayor para ti que tú mismo.

Pero no es de odio de lo que trata esto sino de amar.

Vivir bonito implica ver a todos los individuos como un sólo cuerpo y tener fe en que cada acción, palabra y pensamiento ya sean positivas o negativas con la que obsequies a otros te lo estás haciendo a ti mismo.

Vivir bonito implica creer en el destino como una suerte de justicia poética que se puede torcer actuando con previsión y generando nuevos trayectos pues nosotros podemos estar al mando siempre que hayamos creado las causas.

Vivir bonito implica sentir sentir gratitud de un modo persistente por poco que tengamos o recibamos. Hay que darse cuenta de que la ingratitud es lo único imperdonable y que hasta la maldad puede perdonarse. Sin embargo, darse cuenta de que no se trata de un juego de suma cero y que, la mayoría de las veces, está en nosotros marcar una diferencia sean cuales sean las circunstancias. Aunque también es verdad que no apartarse de ingratos trae muchos sinsabores.

Vivir bonito implica abandonar lo superfluo. Tanto en lo material o emocional como en lo vital. La simplicidad es la llave que abre los cerrojos más difíciles en cualquier situación personal. Asimismo cuando juzguemos situaciones o personas tener claro que en general todo puede reducirse a mónadas básicas nos evitará crear problemas nuevos cuando tratamos de resolver alguno e incluso agravar situaciones que previamente no eran tan peliagudas.

Vivir bonito implica buscar la autonomía. No sólo de criterio (hay que formarse de modo constante en el tiempo) sino también de medios de vida. Aún así, somos seres sociales: busca consolidar lo colectivo respetando cada individualidad. Eso no significa seguir la corriente; que lo haga todo el mundo no significa que sea lo correcto.

Vivir bonito implica aceptar el paso del tiempo y vivir cada etapa de la vida acorde a su significado. Darse cuenta de que el cambio es lo único permanente y ello supone aceptar también que las personas cambian, incluidos nosotros mismos. No mantengas situaciones o amistades que no aporten una mejora o al menos equilibrio. Quienes nos acompañan en el viaje no siempre estarán con nosotros. No fuerces las cosas. Agradece a quien se queda y deséale suerte al que se va.

Vivir bonito implica no guardar rencor. Todos cometemos errores y tú también los cometerás. Estar avisado de la falibilidad del ser humano (incluida la tuya) te aportará un escudo indestructible ante la decepción.

Vivir bonito implica buscar el autoconocimiento que implica el autodominio. Considera los placeres como un juego diverpeligroso. Si bien el placer es bueno, evita atarte a ellos. No te sumerjas en ninguno que no puedas abandonar en cualquier momento. Es mejor ser uno mismo una causa de placer que necesitar de sus efectos. Las dependencias tanto en lo material como en lo sentimental sólo aportan miseria e indignidad

Vivir bonito implica decir lo que se piensa y pensar lo que se dice. Sé honesto con tus palabras mas no las malgastes; evitar el hablar por hablar. La cháchara inútil es una pérdida de tiempo. Hacer de nuestras conversaciones un trampolín para hollar nuevos caminos es una de las disposiciones para aprender de manera constante.

Vivir bonito implica diferenciar entre justicia y venganza. Cada uno de nosotros cavamos nuestra propia tumba con el carácter de las acciones realizadas. Los malhechores encontrarán corrección por mano humana o la sufrirán desde su propia conciencia (y ésta es un juez mucho más severo). Así que siente compasión por los que obran de manera malvada e irreversible.

Busca mentores, modelos. Otros muchos han estado aquí antes que nosotros. Conocer su criterio del camino andado te aportará perspectiva para caminar el tuyo. Si el modelo es bueno te verás progresar y si no progresas cambia de mentor: hay muchos maestros pero pocos se ajustarán a la talla que tú vistas.

Así pues, encontrarás la felicidad en la concordancia entre tus anhelos y tus circunstancias tanto como en el carácter de tus relaciones personales. Lo que digo es de perogrullo pero a un joven hay que recordarle constantemente lo que ya dentro de si intuye y para ellos son estas palabras: aprended a ser fuertes pues la vida no perdona a los débiles, y ése es el verdadero miedo, pues las dificultades nos acechan a todos nosotros. Sed conscientes de que hacer de la vida un acto poético es la mejor manera de vivir y de morir; que no existe mayor riqueza que la limpieza de la conciencia y la serenidad de ánimo: la virtud última.

No creo que un muchacho me escuche tanto tiempo como para soltarle tan tremenda parrafada. En cualquier caso, ahí va… como un mensaje en la botella que se lanza al mar…

«La virtud es una cuestión de hechos y no necesita de muchas palabras. Si queréis ser inmortales vivid con piedad y con justicia» (Antístenes)