Los falsos amigos

Es menester cuidarse de los enemigos pero no es difícil encontrarlos; simplemente van apareciendo a medida que paseas por la vida incluso aunque no los busques. La mayoría de las veces depende más de las cualidades personales de los otros que de las propias. Sin embargo, tampoco vale la pena preocuparse mucho por ellos. Casi siempre puedes verlos venir y, de entrada, sabes que en un momento u otro vendrán a por ti.

Es mejor cuidarse de los falsos amigos. Y esto, compañeros, es altamente dificultoso. Normalmente los reconocerás cuando sea demasiado tarde y casi siempre de la misma manera: cuando más necesitas de ellos te abandonan. Frecuentemente, cuando ayudarte les supone un problema con el que no quieren lidiar y del que no pueden sacar beneficio alguno.

Y entonces te encuentras ante un dolor de cabeza que, tarde o temprano, tendrá su efecto: alguien que conoce tus intimidades y que ya no tiene motivos para guardarlas. Lo más probable es que ni se sienta culpable de traicionarte.

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