Desde que la Ciencia Política descubrió que el voto está motivado por criterios emocionales no podemos obviar que acaso toda la interpretación política que hace el ciudadano de a pié también lo es. Es el sentimiento de pertenencia, la experiencia personal, la herencia familiar, la adscripción a una visión de uno mismo tanto en términos de clase social como de formación, etc… lo que motivan las decisiones y las actitudes frente a las Instituciones como frente al resto de conciudadanos ya sea a la hora de verlos como aliados o enemigos.
Digo esto porque hoy en día se han exacerbado las emociones en el juego político tanto macro como micro. Tanto en la arena política como en la conversación de barra de bar. Y desde el triunfo de la políticamente correcto en España, es imposible mantener una conversación coherente con las gentes de izquierda. Antes lo políticamente correcto tenía que ver con los de derechas. Los de izquierdas practicaban más la transgresión y la incorrección. Hoy las tornas han cambiado y son los izquierdistas quienes han asumido los valores puritanos de sus ideas hasta el punto de hacer insostenible cualquier conversación. Si a eso le sumamos la presuntuosa y arrogante superioridad moral de la que siempre han hecho gala y agitamos la coctelera del triunfo de «lo progre» en todos los ámbitos de la vida, nos sale que hay un nuevo monstruo fascista asomando la nariz. Sólo que esta vez viene con la aureola de la bondad, justicia y libertad (posiblemente es el mismo ciclo siempre sea cual sea el origen ideológico de cualquier fascismo y/o totalitarismo).
Antes los intelectuales de izquierda abundaban. Podían encontrarse en muchos sitios no sólo en los medios de comunicación, incluso podían ser tus vecinos. Eran gente muy leída que sentía devoción por el saber y que se esforzaban por razonar y comprender. Hoy son una caricatura y cuando hablamos de gente que su bagaje de conocimiento político son Telediarios y los Medios de Comunicación oficiales hablamos de auténticos fanáticos que no ven más allá de su nariz. Incapaces de comprender de qué manera son manipulables, son víctimas de prejuicios positivos y, aunque jamás lo admitirán, de negativos que destilan tanto odio y atribuciónes de falsas de ideas y comportamientos apriorísticos de los demás como exactamente igual hacían aquellos que históricamente la izquierda ha considerado totalitarios y/o tradicionalistas sectarios.
Como dije aquí las lupas de las ideologías están sucias y no se ve la verdad. Sólo son un reflejo cóncavo a gusto del consumidor. Dar tu opinión y salirte del margen cada vez me parece más peligroso. La democracia liberal está muriendo (o quizás triunfando definitivamente, quién sabe) y no hay ninguna otra vía, ninguna alternativa que no sea claramente pavorosa.
Tercera ola del feminismo, más de 100 orientaciones sexuales diferentes, multiculturalidad forzosa, y próximamente dataísmo , transhumanismo, realidad aumentada y virtual aderazada por el 5G. Todo ello a través de una falsa Modernidad y una creencia injustificada en La larga marcha de la Historia que denunciaba Kundera en La Insoportable Levedad del Ser.
El nuevo puritanismo progre no aceptará disidencias tampoco. Hoy en día ya te etiqueta y juzga moralmente por pensar distinto y salirte del rebaño. Sólo es cuestión de tiempo de que, o bien su fascismo se haga palpable, o que resurja alguno de los viejos fascismos y, entonces, volveremos a los odios mutuos de principios del S.XX y su consecuente confrontación.
Eso, si las élites no nos tienen preparados algún golpe de timón aún más aterrador…
Un comentario sobre “El puritanismo de la izquierda política actual”